Cuando hablamos del proceso de la fabricación del papel, se nos viene a la cabeza grandes máquinas industriales, chimeneas humeantes, bañeras con árboles y un gran cóctel químico de blanqueantes. Pero cuando te adentras en la materia y buscas el origen, cómo hacerlo de la manera más simple, te encuentras con que la elaboración del papel se podría considerar algo casi mágico, para lo que solo necesitas dos ingredientes:
Celulosa + agua.
Y por eso a nosotros nos gusta llamarlo
PAPEL ALQUÍMICO
A lo largo del tiempo, la fuente de celulosa ha ido variando: los chinos utilizaron corteza de morera para el primer papel; los europeos utilizamos durante mucho tiempo trapos viejos de algodón; con la industrialización se empezó a hacer papel con madera triturada… Pero lo cierto es que todas las plantas tienen celulosa.
¿Se puede hacer papel con todas las plantas?
Sí, siempre que la planta tenga celulosa de carácter fibrosa. De cada planta surgirá un papel con diferentes características de carteo, estabilidad, permanencia, etc. Por ejemplo, las plantas más utilizadas comercialmente son el algodón y el lino, siendo estas las favoritas para el papel destinado a la edición de obras de arte.
¿No hace falta añadir ningún químico?
No es necesario, aunque todo dependerá del uso que se le quiera dar. El agua es el elemento químico que permite que las fibras de celulosa se unan entre sí formando las hojas. El resto de productos químicos que se añaden son para afectar a algunas de las características del papel, como para blanquear, aumentar la resistencia, preparar para usos específicos, etc.
Y ahora, ¿no te parece más mágico el proceso de hacer papel? A nosotros es esta sencillez lo que más nos maravilla, y lo que nos lleva a investigar y probar con distintas plantas para comprobar qué resultados dan.
